El «Reporte de estado y tendencias de la biodiversidad en Colombia 2020» alerta que el 45 % de árboles y arbustos endémicos está en peligro de extinción, en especial por actividades humanas que destruyen y degradan sus hábitats. Para su cuidado, los investigadores resaltan la importancia de las áreas, planes de conservación y el respeto de la normativa que propende por su protección.

Las áreas naturales protegidas, los resguardos indígenas, los territorios colectivos de comunidades negras o las reservas campesinas se han convertido en santuarios en los que se conserva el 55% de los árboles y arbustos endémicos y muchas otras especies de Colombia, pues son ecosistemas con menos amenazas a la biodiversidad que otros lugares del país.

Esta es una de las conclusiones del Reporte de estado y tendencias de la biodiversidad en Colombia 2020, también llamado Reporte Bío, elaborado por el Instituto Humboldt con la participación de investigadores universitarios y de corporaciones autónomas regionales, entre otros expertos.

La doctora en Biología de la Conservación Cristina López-Gallego, profesora del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, ha dedicado casi todo su vida profesional a investigar plantas en bosques y selvas del país y es co-coordinadora del grupo de especialistas de plantas de Colombia de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza —UICN—, lo cual la llevó a ser encargada de orientar el capítulo sobre árboles y arbustos endémicos del Reporte Bío.

«Esto es parte de un proyecto que se llama Global Tree Assesment, que trata de identificar las especies de árboles y arbustos que están en mayor riesgo de extinción, hace una lista roja mundial para poder planificar e implementar iniciativas para su conservación», informó la docente, quien agregó que hasta hoy se han descrito alrededor de 400.000 especies de plantas en la Tierra, de las cuales menos del 20% han sido evaluadas en listas rojas a nivel global.

Para elaborar la lista roja de los árboles y arbustos del mundo, investigadores de muchos países han evaluado las condiciones de unas 45.000 especies —de las 60.000 aproximadamente que existen — y encontraron que una de cada tres especies arbóreas (el 33%) se encuentra en riesgo de extinción.

En el caso de Colombia, sostuvo la profesora López-Gallego, hay más de 26.000 especies de plantas registradas actualmente y se han evaluado alrededor del 20% de ellas, no de manera aleatoria, sino enfocándose en algunos grupos de especies de interés en conservación y/o presentes en ecosistemas estratégicos, para aportar a la planificación para su conservación y diseñar algunos planes de conservación para grupos prioritarios.

«Usamos la información de las especies amenazadas para definir cuáles son áreas claves de biodiversidad, para priorizar los sitios más importantes en los que debemos hacer trabajo de conservación y también hacemos planes de conservación para algunos grupos», indicó la profesora del Instituto de Biología. En la actualidad hay planes de conservación para árboles maderables, orquídeas, palmas y zamias, y, en un futuro cercano, para magnolias, cactus y algunos otros grupos.

Los endémicos en riesgo

De esas 26.000 especies de plantas que hay en Colombia, aproximadamente 6.000 son árboles y arbustos y, de estos, se han identificado 1.254 como endémicos, lo cual significa que no se encuentran en otro lugar del planeta.

Las cifras corresponden al grupo de especialistas de plantas de Colombia de la UICN, conformado por expertos de la academia, jardines botánicos y autoridades ambientales, quienes expusieron sus conclusiones tras una investigación de dos años, una de las cuales es que el 45% de los árboles y arbustos endémicos se encuentran en riesgo de extinción.

De esas 566 especies vegetales amenazadas, 155 están en peligro crítico, la categoría más cercana a la extinción en el corto plazo, por tener una población muy reducida y concentrada, por lo general, en un solo lugar. Otros 238 árboles y arbustos están en peligro, es decir con alto riesgo de extinción en un futuro cercano, y 173 son vulnerables, un riesgo en el mediano plazo.

La mayoría de estas especies endémicas amenazadas se encuentran en las regiones Andina y Caribe, y entre las causas más frecuentes de la reducción de su población se encuentran actividades humanas que destruyen y degradan sus hábitats, como la ganadería y agricultura intensivas, la minería y la construcción de infraestructura.

Pero los investigadores también destacan que el 55% de estos árboles y arbustos exclusivos del país gozan de buena salud, porque en las áreas donde se distribuyen hay poca intervención humana o si la hay, es muy respetuosa con los ecosistemas. Entre estas áreas se destacan los parques nacionales naturales y otras figuras de áreas protegidas públicas del orden nacional, regional o local, las reservas de la sociedad civil, los territorios étnicos como resguardos indígenas o territorios colectivos afros y las áreas de reservas campesinas.

«La principal recomendación es que las especies en riesgo se manejen como allí, que puedan tener poblaciones viables en áreas protegidas o de buen manejo como estas, donde se hace protección, restauración y uso sostenible de las especies», afirmó la profesora Cristina López-Gallego.

La investigadora señaló que también es importante que se implementen y hagan respetar los acuerdos de conservación y la legislación ambiental en general, pues el problema es que muchas veces los actores públicos y privados que se comprometen o deben involucrase en la conservación de la biodiversidad no lo hacen de manera efectiva.

Pero mientras esto sucede, se buscan otras alternativas con el fin de conservar las especies en riesgo de extinción. Buena parte del 33% de las especies de árboles del mundo que están en peligro de extinción se encuentran en jardines botánicos y arboretos, como una estrategia para hacer educación y para preservarlos y en algunos casos realizar programas para reintroducirlos en sus hábitats. Sin embargo, la mejor estrategia para conservar la biodiversidad es que seamos efectivos en conservar los hábitats remanentes y expandirlos hacia el futuro para que todas las especies puedan tener poblaciones viables a largo plazo.