La sociedad del conocimiento es un paradigma moderno que pretende ser una respuesta alternativa a la problemática del ser humano en su quehacer actual, mucho más en un mundo que en medio de estas circunstancias de pandemia ha valorado con mayor fuerza el quehacer de la ciencias. Pero aunque el conocimiento ha avanzado mucho, vemos aún como este muestra la imposibilidad para solucionar los problemas más complejos, álgidos y endémicos de la sociedad actual.

La propuesta formativa de las Instituciones de Educación Superior (IES) tiene el gran reto de formar más allá de esa misión objetiva de generar conocimiento, no solo en cada estudiante que se adentra en el mundo académico sino también en las redes de conocimiento de los diversos campos de este. En base a todo este análisis reflexivo, se apuesta por una propuesta de formación basada en pilares que se deberán llevar adelante en el ámbito de la educación actual y en procura de plasmar no solo competencias y habilidades sino mucho más los principios, actitudes y valores en el desarrollo del ser humano.

Me atrevería a decir que es necesario un modelo o paradigma educativo que confluya en un conocimiento apropiado socialmente.

El mundo o la era del conocimiento nos exige una gran apuesta por la ciencia pero quiero insistir en una dimensión de formación por los valores como el respeto, la empatía, la igualdad y la solidaridad.

Estos valores y principios deberán ser la fuerza epistemológica de las IES de hoy y de mañana en la perspectiva de la misión que les corresponde a través de sus funciones sustantivas. En otras palabras, una “educación con alma” que “prepare a los estudiantes no sólo para la subsistencia, sino para la vida” apoyándolos para que sean mejores ciudadanos, más conscientes de sus responsabilidades cívicas y medioambientales. Los alumnos deben ser tolerantes, independientemente de la clase social, el idioma, la etnia y otras diferencias que a menudo describen o definen a las personas y que también son divisivos. Se necesitan pensadores críticos para contrarrestar los prejuicios y las noticias falsas.

En este tipo de educación superior basada en valores, no hay distinción entre lo que ocurre dentro y fuera del aula. La educación que engloba este tipo de valores va más allá de los limites de las aulas y de las salas virtuales, esta en constante evolución en cuanto a su contenido y capacita al individuo para ser mejor. La creación de escenarios de aprendizaje experiencial para nuestros estudiantes que les permita incidir y participar en la transformación de manera directa de comunidades y territorios de una Colombia desconocida por muchos y que requiere de todo nuestro apoyo, servicio y de ideas innovadoras para la solución de sus problemáticas y del fortalecimiento del tejido social.

Estos nuevos ambientes de aprendizaje se insertan plenamente en las transformaciones de los Proyectos Educativos Institucionales “Experiencias transformadoras e innovación al servicio del aprendizaje” y aterrizan concretamente en las rutas de formación de los estudiantes el Aprender haciendo, viviendo, sintiendo y sirviendo. Son coherentes con la naturaleza de las institución con un sentido social. Apoya a los alumnos para que lleven adelante un sólido sistema de valores que equilibre los valores internos y externos, permitiéndoles a su vez cambiar su entorno y trabajar por una humanidad común.

La educación superior impulsada por los valores no es solo para los estudiantes, sino que se integrará en todas las funciones de las IES porque “hay espacio para un sistema de educación superior que se construye sobre el valor del amor por el planeta, por la humanidad y otras entidades y debe trabajar para producir felicidad y bienestar”. Las IES deben ser espacios que apoyen y creen sociedades civiles y democráticas. Los avances tecnológicos en la educación superior deben estar sujetos a los mismos valores y utilizarse al servicio de los fines humanos y del bien común mundial.

Por: P. Harold Castilla Devoz, Rector General de Uniminuto